Diario "El Comercio", 30 de junio 2008
OPTIMIZACIÓN DEL SISTEMA DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA
Entrampados en la burocracia
Por Modesto Montoya. Físico
Que el Perú sea uno de los países que menos invierte en ciencia y tecnología en América Latina ya no sorprende a nadie. Eso no impide al Gobierno aumentar la burocracia y desarticular más el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología (Sinacyt).
El Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec) es el encargado de dirigir, fomentar, coordinar, supervisar y evaluar las acciones del Estado en este sector. En el Concytec, adscrito al Ministerio de Educación, se creó por ley el Fondo Nacional de Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación Tecnológica (Fondecyt), para captar, gestionar, administrar y canalizar recursos de fuente nacional y extranjera, destinados a las actividades del Sinacyt, dentro del marco de las prioridades, criterios y lineamientos de política establecidos en el correspondiente plan nacional.
El 19 de julio del 2006, el Gobierno y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) suscribieron un contrato de préstamo para el Programa Nacional de Ciencia y Tecnología, que ahora cuenta con 36 millones de dólares. El objetivo de este programa es mejorar los niveles de competitividad del país, a través del fortalecimiento de las capacidades de investigación y de innovación tecnológica, el mismo objetivo del Concytec.
Sin embargo, en vez de colocar los recursos del BID en el Fondecyt se ha creado el Fondo para la Innovación, la Ciencia y Tecnología (Fincyt), adscrito a la Presidencia del Consejo de Ministros, para cuya gestión se ha levantado una burocracia paralela a la del Concytec, la que gastará un porcentaje significativo de los recursos del mencionado programa. Al final, el Concytec se ha quedado con un Fondecyt vacío y con una burocracia que bien puede administrar el Fincyt.
La cosa no queda allí. Desde el 2006 se gestó la creación de lo que ahora se llama el Fondo de Investigación y Desarrollo para la Competitividad (Fidecom), que cuenta con 200 millones de soles, para financiar proyectos de transferencia e innovación tecnológica, proyectos que también sufraga el Concytec. Sin embargo, este fondo será administrado por el Ministerio de la Producción.
Como si fuera poca la confusión, producto del canon minero se tienen 80 millones de dólares, que deben dedicarse a la investigación científica y tecnológica en una gran parte de las universidades peruanas, sin articulación nacional alguna y, lo que es peor, sin proyectos de investigación en qué invertir.
También se tiene el Incagro, institución que cuenta con unos 16 millones de dólares para financiar proyectos de innovación y competitividad para el agro peruano, que es un programa del Ministerio de Agricultura.
Como organismos de investigación se tienen a los institutos de investigación científica y tecnológica, adscritos de diversos sectores, que juntos cuentan con presupuesto aproximado de unos 100 millones de dólares, utilizados principalmente en pago de planillas.
Este conglomerado de instituciones desarticuladas conlleva un desperdicio de recursos en un país que tiene pocos. Mientras esto ocurre en el Perú, en nuestro vecino del sur se van a utilizar unos 92 millones de dólares solo para preparar a doctores en ciencia y tecnología y en la repatriación de un grupo de investigadores que formen la masa crítica para impulsar el desarrollo científico y tecnológico. Sus planes apuntan a salir del subdesarrollo, donde permanecerán solo los países que no gestionan seriamente los recursos asignados a este estratégico sector.
En el Perú, un mínimo de dosis de racionalidad nos conduce a pensar en la necesidad de crear el ministerio de ciencia y tecnología, que integre los esfuerzos en este sector, que optimice el uso de los recursos siguiendo un solo plan de desarrollo científico y tecnológico, dirigido por un solo organismo, que termine con el caos burocrático que de científico tiene muy poco.
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