295.- "MAR de ARAL"

¡¿Barcos en el decierto ? !!

Dada la continua desertificación de algunas de nuestras tierras y lo parecido que puede ocurrir si se lleva una mala política ecológica.  Para que tomemos mas conciencia de las consecuencias, y cuidemos las más de 1200 lagunas y lago (Titicaca), con que la naturaleza nos regaló. Copio el texto e imágenes de la página de: Pensamiento y Acción Ecologista.

MAR DE ARAL: UNO DE LOS MAYORES DESASTRES ECOLOGICOS SILENCIADO POR EL ECOLOGISMO CONVENCIONAL

El Mar de Aral (o lo que ahora es más bien conocido como “desierto de Aral”) situado en Asia Central, entre Kazajistán y Uzbekistán, era hasta principios de los años 60 el cuarto lago más grande del planeta, abarcaba una superficie de 66.000 kilómetros cuadrados y almacenaba mil kilómetros cúbicos de agua. En ellas se capturaban al año 40.000 toneladas de peces y sus deltas tributarios alojaban docenas de lagos menores, pantanos y un área de 550.000 hectáreas de tierras húmedas.

Entre 1954 y 1960 el gobierno comunista de Moscú ordenó la construcción de un canal de 500 Km. que desviaría un tercio del agua del río Amu Darya (el principal afluente que aportaba al Mar de Aral) y la distribuiría en una gran cuenca para regar los inmensos campos de algodón con los que la Unión Soviética pretendía ser autosuficiente en esta producción.

Los resultados pronto fueron satisfactorios para el régimen comunista, pues se pasó de cultivar una superficie en torno a los cuatro millones de hectáreas en 1960 a siete millones veinte años después, mientras que la población de la zona pasaba de 14 a cerca de 25 millones de habitantes.

Para que esto ocurriera no bastó, desde luego, el caudal inicial, sino que se fue aumentando el caudal destinado a la irrigación hasta que en los años ochenta, la aportación de este afluente al Mar de Aral era de tan sólo el 10% que en 1960.

Hoy, convertido en un desierto, es uno de los mayores desastres ecológicos de los últimos tiempos, y un claro, por dramático, ejemplo de adonde puede llevar el desarrollo si se ignora por completo el entorno ambiental donde se produce.

El Mar de Aral servía como amortiguador del clima extremo de la zona, por lo que su enorme disminución ha hecho más duro los inviernos y los veranos.

Su desecación ha dejado al descubierto más de 30.000 Km. cuadrados de arenas salinizadas que el viento lleva en millones de toneladas hasta distancias superiores a los 200 Km.

Ésta también produjo una bajada del nivel freático que descendió de 53 a 36 metros. La pesca comercial, tras desaparecer 28 de las treinta especies de peces que habitaban aquellas aguas y quedar muchos pueblos pesqueros a 60 Km. de la orilla del lago, desapareció.

No menos pavoroso resulta hablar de los resultados de esta catástrofe sobre la salud de los habitantes de la región, afectada ésta por el uso de plaguicidas y fertilizantes que el cultivo del algodón requiere y la salinidad del agua potable, cuatro veces superior -40 gramos por litro- al límite establecido por la OMS.

Así los casos de hepatitis, cáncer de garganta, enfermedades respiratorias, de los ojos e infecciones intestinales se han multiplicado por siete al número existente en 1960. La región registra la mayor mortalidad infantil de toda la antigua URSS.

La bronquitis crónica ha aumentado un 3.000% y la artritis un 6.000. En la región uzbeka de Karakalpakstán, las mujeres padecen una pandemia de anemia y el 97% de ellas tiene unos niveles de hemoglobina muy inferiores a los 110 gramos por litro de sangre que fija la OMS.
La causa de esto último se debería al agua, saturada de estroncio, zinc y manganeso. En esta misma zona de Uzbekistán el cáncer de hígado creció de 1981 a 1987 un 200%, el de garganta un 25% y la mortalidad infantil se elevó un 20%.

La región del mar de Aral vivió muchos años de progreso, crecimiento económico y demográfico mientras se dilapidaban sus recursos y envenenaban la salud de sus habitantes, abocándolos a un período de tiempo mucho mayor de pobreza y enfermedades. En esos primeros años cualquier voz que se hubiera alzado para denunciar lo que se estaba haciendo y lo que podía ocurrir habría sido acallada por la fuerza de los hechos. Una vez ocurrido el daño, ni los que idearon aquellos planes, ni los que ahora gobiernan, ni la cooperación internacional son capaces de solucionar semejante catástrofe.

Cuando desde el PAE nos hemos interesado por recopilar información con respecto al Mar de Aral nos hemos encontrado con que esta resulta siempre limitadísima y escasa, con datos poco actualizados, y teniéndonos que conformar con las impactantes imágenes que algunos usuarios de Internet, a nivel particular, han ido colgado en la red para mostrar el panorama desolador de aquellos barcos de pesca que antaño recorrían el mar y que ahora han quedado literalmente clavados en medio de un desierto árido de arena.

Han sido pocos los grupos que de manera tibia, y muy de refilón, se han adentrado a comentar y exponer este caso, socialmente demasiado desconocido, y del que hay que aprender que, por justa necesidad, toda política económica ha de estar sujeta a condiciones de respeto del medio.

Los grupos ecologistas convencionales, mayoritariamente por todos conocidos por sus tendencias ideológicas filo-marxistas, han silenciado, cuanto no menos ocultado, el que ha sido uno de los mayores desastres ecológicos ocurridos en el mundo, en este caso consecuencia de las siempre nefastas políticas perpetradas por la Unión Soviética.

Se ha dicho de manera vulgar muchas veces que “allí donde pone el pié el comunista no vuelve a crecer hierba”, y en este caso el Mar de Aral supone, por desgracia, un claro ejemplo.

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